© Prohibido el uso de los contenidos sin autorización

Aosta
VALLE D'AOSTA: Superficie: 3258,61 ² Población: 122.877 Municipios: 74. En este pequeño cofre de kilómetros cuadrados se encierra una sucesión de valles dominados por las montañas más altas de Europa. Entrando desde Piamonte, la autopista se adentra entre las altas rocas color ocre; y subiendo por un río impetuoso llamado Dora Baltea se encuentran pueblos con característicos tejados, y esparcidos por las laderas fortalezas y castillos. He visitado cada municipio de esta bellísima región. La cocina valdostana no puede prescindir de la Polenta Concia, plato único acompañado a menudo de setas o salchicha; de las Crespelle, imprescindible el Pan Negro hecho en casa. Para los postres, sin duda el Blanc Manger. Para acompañar la robusta cocina local prefiero un tinto, y si quiero gastar más de lo habitual, una excelente copa de Le Cretes de Aymavilles. Al final de la comida recomiendo un licor a base de hierbas aromáticas llamado Genepì.

Superficie: 3258,61 Km² Población: 122.877 Municipios: 74



Vuelvo a menudo al Valtournanche, donde cada pueblo en el camino hacia Cervinia está lleno de encanto. Al llegar a la localidad de Audrey Sant’Andrè, giré a la derecha para subir la cuesta que lleva al municipio de La Magdeleine. La zona es muy bonita pero las curvas cerradas no dejan la posibilidad de mirar alrededor. A la entrada del pueblo hay un aparcamiento subterráneo gratuito donde dejé el coche. Desde allí, tras una breve visita a la iglesia parroquial, crucé este pueblo donde la alternancia de casas y prados con flores de mil colores permite saborear una atmósfera de paz. Subí hasta la aldea de Vieu donde encontré un restaurante de cocina típica valdostana. La mesa al aire libre tenía una magnífica vista de la cresta nevada del Monte Cervino. Aquí, además de un rico aperitivo, me permití una gran cazuela de polenta concia y salchicha regada con un buen vino local. Ahora lo ideal sería una siesta acariciado por la suave brisa alpina, pero quiero ir a hacer el camino que lleva a Chamois; una aventura que soñaba desde hace tiempo, pero esa es otra historia.
He atravesado todo el Valpelline para llegar al municipio más al norte del Valle de Aosta. Una breve visita al pueblo de Bionaz Plan de Venye y luego hacia Place Moulin. Subiendo por esta carretera siento una fuerte emoción al ver este altísimo muro de cemento detrás del cual se esconde un lago de agua, que da vida pero que podría traer destrucción. Me detengo a tomar algunas fotos: las imágenes hablan de un cielo muy nublado, las montañas que, partiendo de picos nevados, tienen rocas de color marrón que, descendiendo hacia el sur, se cubren del verde oscuro de los abetos; entre los dos flancos el muro blanco sucio de la poderosa presa, y abajo prados florecidos donde se encaja la serpiente gris de la carretera estatal. Al llegar a la cima, a los 1981 metros del Lago de Place Moulin, dejo el coche en el gran aparcamiento; me pongo la sudadera, y partiendo desde la entrada del dique, bordeo durante un kilómetro el embalse artificial lleno de agua que, según la luz del sol que de vez en cuando se asoma entre las nubes, toma el color de un azul pálido o de un celeste pastel. Desde allí, con tiempos de recorrido que van de 1 a 4 horas, se pueden alcanzar renombrados refugios alpinos. Uno, como indica un cartel, el Refugio Aosta, está situado en el Glaciar Tza de Tzan y es apto solo para excursionistas expertos.
Si quieres visitar este pueblo alpino, puedes tomar el teleférico, o como hice yo, tienes que ganártelo; porque Chamois es el único municipio de Italia al que no se puede llegar en automóvil. Para llegar por tierra, caminé poco más de una hora por un sendero de tierra en ligera subida. A lo largo del recorrido, cascadas, vacas pastando y hermosas vistas del Monte Cervino. A la entrada del pueblo, un puente bajo el cual un arroyo desciende con una sucesión de rápidos hacia el valle. Tras una calle que se adentra entre características casas de montaña, llego a la gran plaza con el Ayuntamiento y la Iglesia en lados opuestos. Foto de rigor; esta vez el nombre del pueblo está escrito en pórfido blanco en el pavimento donde también destaca el escudo del pueblo. Después de ver la llegada y salida del teleférico, entro en la Iglesia para disfrutar de la atmósfera de paz que reina allí; y también del fresco refugio del calor que en este día de principios de junio ha llegado incluso aquí, a más de 1800 metros de altura. Paso delante de donde parte la telesilla que lleva al Lago di Lod, que quizás sea el objetivo de una futura excursión; por el momento lleno la botellita de agua en una de las numerosas fuentes y emprendo el camino de regreso.



Fortaleza construida por los Saboya en el siglo XIX
Puente medieval
Puerta de entrada al pueblo medieval



Al fondo, el Castillo de La Mothe
El campanario de la iglesia parroquial de San Sulpicio
Entrada al pueblo



Iglesia parroquial de San Lorenzo
Castillo Medieval
Diga