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Pietro en el mundo

Emilia Romaña

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Dos regiones en una; Emilia, llana con sus hermosas ciudades renacentistas rodeadas de tierras ricas en agua y suelos fértiles, y la zona de los Apeninos con pueblos medievales inmersos en una naturaleza exuberante; la Romaña, con playas llenas de diversión, colinas de verdes laderas donde encontrar paz y libertad. He perdido la cuenta de las veces que he visitado esta región, tanto que aquí me siento como en casa. Por supuesto, tengo mis preferencias... los Castillos del Ducado de Parma y Piacenza, Ferrara y las maravillas de la cultura Estense, el Apenino Reggiano solo por mencionar algunos. Pero donde Emilia Romaña es insuperable es en la Enogastronomía: Lasaña al horno, Tagliatelle, Cappelletti en caldo, Tortelli verdes y mi plato favorito... Pisarei e Fasò; excelentes los alimentos que se sirven en lugar del pan como las Bortelline, el Gnocco frito, las Crescentine y finalmente la reina... la Piadina Romagnola. Gran variedad de hortalizas para acompañar con el Vinagre Balsámico de Módena. Entre los vinos blancos el Pignoletto y el excelente Ortrugo; entre los tintos el riquísimo Lambrusco amabile y el Gutturnio.

Ciudad Metropolitana de Bologna

Superficie: 3703 Km² Municipios: 55

Bolonia: Basílica de San Petronio

relatos de viaje...

Castiglione dei Pepoli

Monghidoro

El estribillo de una famosa canción de hace veinte años decía "ma quanto è bello andare in giro per i colli bolognesi". En efecto, fue agradable aventurarse, curva tras curva, hasta este pueblo del Apenino tosco-emiliano. Al llegar a mi destino al mediodía, encontré un pequeño restaurante cerca del Ayuntamiento, detrás de una placita, un balcón natural con vista al valle del Brasimone. El local está decorado con cuadros particulares; detrás de mi mesa hay uno que representa a una estrella de rock. Una larga y relajante pausa para el almuerzo, con un antipasto, un plato de tagliatelle y una botella de Lambrusco. Una charla con una pareja en la mesa de al lado; cuando me dicen el municipio de donde vienen, les muestro la foto del cartel, suscitando asombro y admiración por mi manera de viajar "al detalle". Al salir de la ostería, en la plaza del centro histórico, levanto la mirada hacia la Torretta dell'Orologio que marca las 15; enfrente, el Palacio Municipal del siglo XVIII que perteneció a la antigua familia Pepoli. Camino por la calle principal; para la foto de rigor elijo la Fuente de la Doccia, que como dice la placa, antiguamente fue lavadero y antiguo punto de encuentro de las mujeres del pueblo. Junto a ella está la Iglesia de San Lorenzo, con la fachada de un rojo pálido y el hermoso campanario del siglo XVII de 40 metros de altura. En el interior, tres naves con magníficos frescos en las paredes de la parte antigua. De vuelta al coche, recorro los pocos kilómetros que me separan de la Toscana en un territorio inmerso en los bosques; última fortaleza verde de un municipio que, entre el ferrocarril de alta velocidad y la autopista con variante de paso, ya ha pagado un alto precio al progreso.

Llegué a este pueblo viniendo por la vía Savena, una carretera poco transitada que durante kilómetros alterna prados y bosquecillos, regalando a menudo la vista de un espléndido valle. Dejando el coche a la entrada del pueblo, encuentro enseguida la iglesia parroquial dedicada a Santa María Asunta, de aspecto antiguo pero de reciente reconstrucción. Iglesia y torre con el reloj, ambas de piedra oscura, y en la puerta la inscripción Primera Comunión, sagrado evento de este último domingo de mayo. Enfrente hay un bar donde me relajo bebiendo cerveza con gaseosa. Unos pasos bajo el pórtico a lo largo de la calle principal, animada a la hora del aperitivo. De regreso, cerca del Ayuntamiento, fotografío algunos murales en la fachada de las casas. Aquí nació el cantante Gianni Morandi; pensaba encontrar algo que lo recordara; pero no fue así. La zona más interesante de este municipio está representada por la aldea Campeggio: aquí hay un antiguo Santuario Mariano donde Don Bonafè, párroco en los años veinte, hizo reproducir dentro de la iglesia la gruta de Lourdes. En el exterior la "Vía Crucis", una avenida que comienza con bellísimas estatuas de santos. Luego, a medida que se sube, se convierte en un camino estrecho entre la vegetación con alguna que otra vivienda dispersa. Subo a esta colina que toma el nombre de "Monte Calvario" en cuya cima se alzan tres grandes cruces. Desde aquí domino el valle del Torrente Idice, y es esta imagen la que me acompaña en el largo trayecto de autopista que me lleva de regreso a casa.

Bolonia

Encontré aparcamiento cerca de la estación, caminé a paso rápido hasta el centro. Tomo aliento sentado en los escalones del Palazzo Enzo y empiezo a respirar un poco de la historia de esta ciudad. Detrás de mí, este edificio histórico donde fue mantenido prisionero hasta la muerte Enzo de Suabia, Rey de Cerdeña; ante mis ojos una gran fuente con el monumento a Neptuno, Dios del Mar. Me levanto y en pocos pasos estoy en la bellísima Piazza Maggiore. A la derecha está el Palazzo d'Accursio, sede del Ayuntamiento; a la izquierda el Palazzo del Podestà, una hermosa arquitectura medieval sobre la cual se impone la Torre dell'Arengo. Enfrente, la Basílica de San Petronio, una imponente iglesia gótica donde el Papa Clemente VII coronó a Carlos V Emperador del Sacro Imperio Romano. La fachada de la basílica está revestida de mármol solo en la parte inferior, mientras que la parte superior es de ladrillo visto. En el interior hay nada menos que veintidós capillas, una de las cuales en la nave izquierda contiene las reliquias de San Petronio. Del sagrado a lo profano hay solo un paso; en los alrededores se encuentran la Torre degli Asinelli y la Torre della Garisenda, símbolos de Bolonia. Volviendo hacia el coche paseo bajo los característicos pórticos de la ciudad, entre los más largos y bellos del mundo. Concluyo la visita con un minuto de recogimiento bajo el reloj de la estación que aún marca las 10.25, en testimonio del vil atentado que a esa hora del 2 de agosto de 1980 causó 85 muertos y numerosos heridos.