liguria

Pietro en el mundo

Génova Imperia La Spezia Savona

Un rincón de tierra estrecho entre montañas, divisoria entre los Alpes y los Apeninos, y el mar con playas espléndidas pero un poco demasiado concurridas. Un territorio en forma de arco, que he recorrido decenas de veces, con la soberbia Génova en el centro; al oeste la Riviera de las Palmeras y la Riviera de las Flores, al este el Golfo Paraíso, el Golfo del Tigullio, el Golfo de los Poetas y las maravillosas Cinque Terre. A menudo me he encontrado vagando por los valles del interior; muchas las áreas naturales protegidas como el Parque del Antola, Parque del Beigua. Y luego las Cuevas de Toirano, el área Arqueológica de los Balzi Rossi. Gente que tiene la hospitalidad en la sangre; una vez, en vespa por el paso del Turchino, pedí información a un anciano que incluso se quitó la dentadura para explicarme mejor el camino. La cocina con las Linguine al Pesto de albahaca, los Pansoti con salsa de nueces, las Lasagnette de pescado, la Focaccia genovesa la mejor de Italia, la Farinata de garbanzos, cabe destacar el aceite de oliva virgen extra, entre los mejores del mundo y para terminar con los dulces los Amaretti con almendras de Sassello. Entre los vinos mi preferido es el Pigato, un vino blanco tranquilo de las colinas del poniente ligur.

Ciudad metropolitana de Génova

Superficie: 1834,01 Km² Población: 817.260 Municipios: 67

Génova: la Linterna al atardecer

relatos de viaje...

Sestri Levante

Castillo de la Piedra

Génova

Un lugar de mar al que le tengo especial cariño es Sestri Levante. Siempre he encontrado aparcamiento fácilmente en las calles que pueblan la colina. Desde allí es fácil bajar hacia el centro, formado por una lengua de tierra entre la Bahía de las Fábulas y la Bahía del Silencio. La primera vez, fue en la Bahía de las Fábulas, con una amplia playa y pequeños restaurantes donde probé un excelente frito mixto de pescado. Luego, la vez siguiente le tocó a la Bahía del Silencio, con una pequeña playa libre donde coloqué la sombrilla; estaba bastante concurrida y el mar en ese momento no estaba muy limpio. Entré al agua para admirar desde el mejor punto la característica que hace único este lugar: las hermosas casas con fachadas de colores pastel que enmarcan la playa. Más lejos, el agua es más transparente y alguna pequeña medusa nada cerca de mí. Vuelvo a la arena; el sol de vez en cuando se esconde detrás de las nubes para recordarme que es hora de que el bañador deje paso a los bermudas. Después de un paseo por las tiendas que animan el centro y la habitual provisión de focaccias para llevar a casa, dejo el istmo que me separa de la Isla y, al llegar al coche, me despido de este lugar de ensueño.

Explorando el Val Borbera me adentré hacia Liguria; bordeando un cañón donde fluye el arroyo homónimo encontré una zona de picnic. Aquí hice un rápido almuerzo al aire libre, para luego continuar mi viaje más allá de la frontera ligur; más precisamente en el municipio de Vobbia. A lo largo de la antigua Via del Sale, que serpentea tortuosamente por el valle, de repente se vislumbra, emergiendo entre las plantas del denso bosque, una construcción fortificada apoyada en la montaña; es el audaz y majestuoso Castillo de la Piedra. Hay que dejar el coche en algún ensanche a lo largo del camino, para continuar a pie hasta el sendero, todo en empinada subida con sugerentes escalones y barandilla de madera. Una pausa de vez en cuando para recuperar el aliento y finalmente un castillo misteriosamente en equilibrio sobre un espolón de roca se presenta ante mis ojos. Una estrecha escalera de hierro conduce a la entrada y de inmediato llaman la atención paneles donde se explica, siglo tras siglo, la historia del edificio y de quienes lo poseyeron. Las habitaciones están desprovistas de mobiliario, solo un soldado falso para una foto de recuerdo. Pocos objetos en el interior, pero mirando el valle se percibe la ubicación estratégica del castillo; desde aquí arriba se domina todo el Parque del Antola.

He estado varias veces en Génova, entre ellas la visita a Euroflora 2001, una exposición internacional de floricultura que ese año se titulaba “Todas las flores del mundo” y se celebró en los pabellones de la Feria. En un viaje más reciente fui en tren. Partiendo de la estación de Porta Principe, bajé suavemente hacia el mar atravesando los característicos Carrugi con tiendecitas de todo tipo: alimentación, ropa, souvenirs y puestos improvisados. Sigo hasta la Basílica de San Lorenzo, iglesia de fachada gótica con franjas blancas y negras, muy bonita con un rosetón central y dos leones a los lados de la escalinata de entrada. Dentro, en un ambiente especialmente fresco, admirando la bóveda decorada con magníficos frescos, encontré durante unos minutos refugio del calor veraniego. Recuperadas las fuerzas, paseo por el centro admirando el Palacio Ducal y la adyacente Plaza De Ferrari con su característica fuente. Luego solo queda tiempo para bajar al Puerto Antiguo y, mientras se pone el sol, una foto a la Linterna, símbolo de Génova. Ya ha caído la noche, cuando en el camino de regreso a la estación veo el Bigo, un espectacular ascensor panorámico, iluminado. Belin…